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Capitán calzoncillos: anécdotas de la operación pañal

El temido momento de la operación pañal llegó. Fue hace justo un año, cuando el Santo tenía 3 años y 4 meses aproximadamente. Sé que muchos niños piden dejar el pañal mucho antes, pero no mi hijo. Yo estaba esperando que un día nos dijera “no quiero pañal” o algo así, pero nada… La cuestión es que en un par de meses empezaría en el cole y, aunque afortunadamente no nos llaman si tiene un escape, no “podría” ir con pañal. Así que, ante la inminente entrada al cole, decidimos que no “podíamos” esperar a que El Santo nos pidiera que le quitáramos el pañal.

No sé por qué pero es el típico hito que desde que nació El Santo me había dado entre miedo y pereza. Miedo a que fuera complicado y lo pasara mal la criatura y pereza por nuestras futuras carreras al cuarto de baño. Y, además, él no tenía ni media intención… Es más, cuando alguna vez sacábamos el tema, se oponía o hacía el loco; no en plan horrible, pero querer, no quería. Como siempre, es peor pensarlo que hacerlo. Con más miedo que otra cosa nos lanzamos dado que él JAMÁS nos decía que tenía ganas de ir al baño, ni aguas menores ni mayores; ni siquiera nos lo decía cuando se lo había hecho o se quejaba de que le molestara el pañal ni tampoco se lo cambiábamos seco, que son algunas de las señales que nos muestran que está preparado.  Nos temíamos lo peor porque no tenía ningún síntoma de estar preparado. Pero tiramos para adelante, en colaboración con la guarde.

La maestra nos dijo que mejor empezáramos un fin de semana y, si os soy sincera, aquello me horripiló. Solo de pensar en pasar un fin de semana encerrados y sin hacer nada más que fregar pipís… me entraba urticaria. Además, nos íbamos de viaje, de manera que sería complicado. Total, que, con las excusa del viaje, decidimos empezar un lunes. Le llevamos a la guarde ya sin pañal desde que salió de casa. Por supuesto, los días anteriores se lo estuvimos explicando y hablamos del tema en positivo.

 

Qué preparamos para la operación pañal

Empapadores

Los tenía del postparto de El Nuevo así que estupendo. Son ideales para que el niño pueda estar en el sofá o si se queda dormido después de comer (nosotros solo íbamos a quitar el pañal por el día). Los usábamos para colocarlos sobre el sofá o en los trayectos a la guarde para que, si había un escape no hubiera que liar la de San Quintín y lavar los cojines o la silla que menudo tostón. Que está claro que usarempapadores desechables no es lo más respetuoso con el medio ambiente, pero poner lavadoras a cascoporro creo que menos. Tienen una textura agradable así que no hay problema. Buscad eso sí, los de mayor tamaño que podáis. Normalmente no son los de bebé sino los de adulto. Los de Mercadona están bastante bien.

Calzoncillos motivadores

Para que le hiciera un poco de gracia la cosa, le compré unos gayumbos de La patrulla canina. La verdad es que, como podéis apreciar en la imagen, le molaron tanto que se los puso encima del pañal y del pantalón, rollo superhéroe del control de esfínteres.

Calzoncillos: 2 toneladas aproximadamente

En cada escape hay que proceder a poner ropa sequita. En casa puede estar en pelotillas y eso que te ahorras pero, como El Nuevo es muy de jugar en el suelo, estaba en calzoncillos. Compré paquetes de esos que traen un montón (en Hipercor concretamente). Nunca se tienen suficientes calzoncillos.

Escalón

Nosotros queríamos ahorranos la transición orinal-retrete así que, para que llegará bien utilizamos el típico escalón de IKEA (que ya teníamos para poder acceder al lavabo). También existen una especie de escalera al retrete que no sé cómo funcionarán; la pinta es buena pero yo todo lo que sea cachivache… El escalón, en cambio, te sirve para que el niño llegue al lavabo o lo use de asiento o para tú llegar a partes superiores de armarios.

Reductor de retrete

En cambio sí que pusimos un reductor  para que no se colara el pobre por ahí y no tuviera mucha sensación de inestabilidad, que es muy desagradable. Cosa más coñazo, por favor… que si pon, que si quita, que si qué asquito. Aunque peor es un orinal. Al final, lo dejamos de forma permanente y nosotros no usábamos ese baño.

Zapatos “mojables”

En este post compartí un mierdertruco sobre qué calzado utilizar por practicidad. Spoiler: chanclas de piscina. Las zapas de loneta también porque lavan bien y secan rápido.

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Cómo le acompañamos

Aunque no era nuestra opción ideal “forzar” la retirada del pañal, intentamos ser lo menos chungos posibles.

  • si tenía algún escape (fueron pocos en realidad) no recriminábamos nada en absoluto
  • si no quería ir al baño, intentábamos no presionar (total, al principio le llevábamos compulsivamente jajaja así que era poco probable que se le escapara)
  • intentamos motivarle con pegatinas, en plan metodología conductista, para que tuviera ganas de ir al baño (físicamente, no de hacer pipí): cada vez que fuera, hiciera o no pipí, podía pegar una pegatina en un cuadrante. El cuadrante se lo pasó por el arco del triunfo y pegaba a su flor, lo que también está muy bien.
  • establecimos un juguete muy chulo, herencia de los primos, para cuando fuera al baño; una linterna habladora, el infierno para cualquier padre pero un aliciente para cualquier hijo. Duró poco la emoción, par de días más o menos, y además quería usarla en otros momentos y, qué queréis que os diga, pues nos resultó un poco absurdo no dejar que la cogiera. Seguramente a otros niños le mole más.
  • en los viajes, como se duerme, sí que le poníamos pañal, así como para las siestas y noches.

La verdad es que, con el canguele que teníamos, creo que fue un éxito. Mi sensación es que él, físicamente, estaba más preparado de lo que pensábamos. Sí que ha seguido teniendo algún escape, sobre todo si está jugando porque debe estar en flow y como que pasa de parar para ir al baño. Cosa más tonta, debe pensar, con lo a gustito que estoy yo aquí. Alguna época ha tenido muchos escapes que hemos achacado a un componente más emocional que otra cosa.

Mi consejo es que esperéis a que el propio miniser os demande que le quitéis el pañal y que si, como en nuestro caso, no es viable, que seáis lo más pacientes posible, sin broncas, regañinas o malas caras. Ellos no quieren tener escapes y menos fastidiarnos. En relación con la época del año, si esperáis a que el propio niño pida no llevar pañal, pues os puede coincidir o no con la época de calor, lógicamente. No cabe duda de que si, como en nuestro caso, hay que hacerlo sí o sí, pues mejor aprovechar el verano, que es más fácil porque se lleva menos ropa de forma que hay que quitar menos para hacer pis, estar húmedo no es tan desagradable, es más cómodo lavar ropa…

Si queréis más información, Miriam Tirado ha escrito bastante sobre el tema e incluso tiene un curso sobre ello. En este vídeo que os dejo a continuación habla de cómo, en realidad, el proceso, más que ser la operación pañal, debe respetar el ritmo natural del niño más que venir impuesto por el adulto. Estoy totalmente de acuerdo si bien, como os he comentado… no nos quedaba otra.

Alberto Soler también lo aborda en sus Píldoras de psicología. Os dejo aquí uno de sus vídeos.

¿Cómo fue el proceso en vuestra casa? ¿Apurados en el tiempo o a demanda de los peques?

 

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