Yo soy la madre que regaña a tu hijo en el parque
Yo soy la madre que regaña a tu hijo en el parque. Sí, yo. Y no lo puedo evitar. Perdóname o agradécemelo o disimula tu enfado porque es que es un efecto onda vital. Sí, exacto, como ese que te hace tener unas ganas locas de darle un guantazo a tu peque cuando lleva tropecientas rabietas en una tarde. Solo que tú puedes reprimirlo y yo no quiero puedo.
Me sale solo. Es ver algo inadecuado y hala, que tengo que hablar con el infante en cuestión. Es deformación profesional. Si me pagan por hacerlo muchas horas al día no me podéis pedir que me controle. ¿Acaso los taxistas no os recogen y os llevan a vuestra casa en su tiempo libre? ¿Acaso las cajeras no pasan los productos por el lector del código de barras aunque sean ellas las compradoras y estén en un súper de la competencia porque les pilla más cerca de casa? ¿Acaso el técnico no te arregla la lavadora gratis un domingo por la mañana? Vale, no. Pero no olvidemos el componente social de mi trabajo.
Para que las madres y padres del mundo se queden tranquilos especifico que regaño así:
– “¿no crees que sería mejor si…?”
-“¿por qué has hecho…. si….?”
– “hay que esperar, estaba ese niño primero, pero no pasa nada porque enseguida te toca”
-“blablabla soy una chapas”
Es decir, no regaño a la antigua usanza. ENSEÑO, señores. Ja,ja,ja.
Hay que ser muy prudente porque los padres somos muy cositas y ojito con lo que le dices a mi pollo. Yo no disimulo porque es que me sale de dentro del corazón y lo hago con naturalidad. Y tampoco es que lo busque, es decir, corrijo cuando es algo que pasa con El Santo. Sed compasivas, pensad que dada la edad de mi criatura, 21 meses, tengo que estar TODO el rato detrás de él. Seguro que cuando me pueda sentar en un banco y echar un ojillo de lado al móvil me da igual hasta si hacen una competición de Pressing catch.
En cualquier caso, esto me lleva a una reflexión: creo que antes ocurría algo que me entristece que ya no se dé. Nos echaba la bronca el primero que pasaba. Sobre aspectos de convivencia y cívicos, no más allá. Ya lo dice el proverbio africano (que igual lo dijo un tío de Albacete pero bueno) “para criar a un niño hace falta una tribu”. Creo que hemos perdido el sentido de comunidad y aquí estoy yo para restablecerlo. Juas, juas. Ahora en serio, ¿no os lo parece también?
No me despido sin añadir, para que no me retiréis el saludo, que no soy nada regañona (con niños. Reservo para ellos todas mis energías y ya cuando estoy con adultos… ppppffff). Vuestros hijos están a salvo física y mentalmente conmigo, os lo prometo 😉