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Seño, el bebé me está pegando. El efecto Pigmalion.

Seño, el bebé me está pegando. Esta es, probablemente, la primera referencia que le ha hecho a El Santo un compañero. Ahí es nada. Según le cuenta la susodicha seño a la abuelapaterna, eso le dijo un niño de la guarde. Que también y sin ánimo de ofender, un poco empanado no se puede negar que está teniendo en cuenta que El Santo es, en este momento de su vida, como un arbusto de tallo flexible: aunque se mece y balancea, ¡no se desplaza! Con que el niño-acusador (pobretico) se hubiera movido 30 centímetros, mi pequeño angelito no le hubiera seguido “pegando”.

La cosa, que llega la abuelapaterna y me cuenta la historia. Nos partimos de risa todos hasta que… se hace referencia a que han dicho que “va a ser pegón” (en plan comentario sin importancia). Y, entonces, inevitablemente, llegó la deformación profesional. ¿Cómo? ¿Perdón? ¿Que va a ser qué? ¿Estoy llamando a una línea de tarot? Lo que va a ser no lo sabe nadie pero lo que sí que tengo claro yo es que la probabilidad de que sea lo que le decimos que es es muuuuuy alta. Es el llamado efecto Pigmalion que consiste en la influencia que las creencias de una persona sobre otra, pueden tener en el comportamiento de esta. Es decir, si creemos que El Santo va a ser pegón, acabará siéndolo. Pero no de una manera mágica o telepática, no. Con más o menos intención trasladamos a los niños lo que esperamos de ellos, las capacidades o incapacidades que les observamos (“es que eres muy desordenado/ las mates se te dan fatal”).

Al loro con el experimento que se cascaron el psicólogo Robert Rosenthal y la directora de colegio Lenore Jacobson. Corría el año 1963 cuando comenzaron a escribirse tras haber publicado él un estudio sobre la influencia de las expectativas de los investigadores sobre los sujetos en sus experimentos psicológicos y habérsele ocurrido que esto también podría darse entre profesores y alumnos (¡qué tremendo!). Ella, se ofreció a ayudarle y llevaron a cabo un experimento en la escuela que ella dirigía en California. Grosso modo lo que hicieron fue proporcionar información falsa a los profesores; se eligió a ciertos alumnos al azar y se hizo creer a los profesores que estaban a punto de entrar en un periodo de crecimiento intelectual. Lo que se esperaba era que la creencia de los profesores sobre la mayor capacidad de estos chicos hiciera que estos tuvieran un mayor desarrollo intelectual y, oh, ¡sorpresa!, así fue.
Estoy harta (en el sentido de muchas veces y de cansada) de ver situaciones en las aulas en las que las expectativas influyen, a mi parecer, negativamente sobre el desempeño del alumno. Es difícil de evitar, ya que no es algo intencionado (en la mayoría de los casos). Por ello es fundamental la reflexión, no solo de profesores, sino también de los padres, sobre qué creen que pueden hacer sus hijos, cómo creen que son para corregir posibles falsas percepciones y controlar lo que se les transmite a ellos.
Afortunadamente, este efecto tiene su vertiente positiva. Si muestro expectativas de logro sobre el trabajo de una persona su desempeño mejorará. ¿Por qué? Porque esta persona, a su vez, formula previsiones positivas. Esto está en íntima relación con la autoestima, tema futurible para alguna entrada.

Así que nada, ardua tarea tengo por delante en la crianza de El Santo. Espero poder cumplirla, ya que es algo que tengo clarísimo, evitando demostrar bajas expectativas y propiciando encontrar situaciones para hacerle llegar que puede con todo.

¿Conocías este efecto? ¿Te muerdes mucho la lengua o es más rápida que tú y te escapa algún gesto o palabra? Yo… tengo que seguir practicando.

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Comments (13)

  • nueve meses y un día después

    agosto 31, 2017 at 12:52 pm

    Seño, el bebé me está pegando. Esta es, probablemente, la primera referencia que le ha hecho a El Santo un compañero. Ahí es nada. Según le cuenta la susodicha seño a la abuelapaterna, eso le dijo un niño de la guarde. Que también y sin ánimo de ofender, un…

  • Krika Alcaide

    agosto 31, 2017 at 12:53 pm

    Ay que me fastidian las etiquetas!!! Yo suelo controlar el tema bastante pero de vez en cuando también se me escapa alguna la verdad. Un besito

    1. nueve meses y un día después

      agosto 31, 2017 at 1:03 pm

      ¡Es que cuesta mucho! Jajaja. A veces incluso decimos cosas que ni pensamos pero nos dejamos llevar por tensión o enfado. Un besote reina y gracias por comentar @Krika Alcaide

  • Cuéntamelo Bajito

    agosto 31, 2017 at 12:54 pm

    Pues me ha encantado el Post y tienes mucha razón.
    El ejemplo de “pegón” queda clarisimo.
    Igual que cuando les decimos (les dicen, yo ya mido mucho mis palabras) “que trasto eres” “que malo” “eres muy inquieto” “uy que bebé que toma teta” (esto me pone negra) y todas esas frases hechas que muchos escupen sin pensar por la boca.
    Entre el “te vas a caer” y “no puedes hacerlo que eres pequeño” cortamos las alas de una manera increíble.
    Yo creo que los niños deben experimentar, disfrutando o haciéndose daño (dentro de un límite claro) y la mejor manera de que confíen en ellos mismos es que nosotros confiemos plenamente.
    Un beso guapa.

    1. nueve meses y un día después

      agosto 31, 2017 at 1:02 pm

      Me alegro de que te haya gustado, La imagen que has puesto en tu post, de los padres cortando las alas es genial. Bueno, triste pero muy reveladora.
      Totalmente de acuerdo en que los miniseres tienen que menearse, experimentar y pegarse piñas. Je,je,je.
      Gracias por pasarte y comentar. Un besote

  • Cristina Sánchez (Bienvenida mamá)

    agosto 31, 2017 at 12:54 pm

    Yo tengo desde hace tiempo una frase en la boca y es que va a ser muy travieso, no por nada, sino porque fue tan tan bueno de bebé, que siempre decimos que nos las va a hacer pagar todas juntas cuando empiece a andar. Y dicho y hecho, no hace falta que ande, ya solo con gatear es de lo más curioso que existe. Por ejemplo, si pillo un reloj por banda ¿para qué voy a mirar las agujas? es mucho mejor darle la vuelta, destriparlo e intentar comerme la pila…
    Pero en cuanto a las expectativas está claro que voy a intentar que llegue a lo máximo que pueda, eso sí, sin tampoco frustrarlo si no es capaz. Aunque la verdad es difícil ver el límite no?

    1. nueve meses y un día después

      agosto 31, 2017 at 1:01 pm

      Ja,ja,ja. Lo de las pilas da cosa. Por aquí no hay gateo aún, pero ni falta que hace porque cada vez para menos. Pero, vamos, como su nombre indica, santo desde que nació. Yo lo que suelo decir es que veremos qué adolescencia nos da, jajaja.
      Sí que es díficil pero yo creo que hay que mostrar expectativas positivas pero adecuadas a las capacidades, habilidades y edad.
      Un besote y gracias por comentar, guapa.

  • Albbanie Cassawel

    agosto 31, 2017 at 12:54 pm

    Estudio educación infantil en la universidad y he trabajado en varias guarderías así que me sabía de sobras en qué consistía en Efecto Pigmalion, pero lo has contado con tantísima gracia y me has hecho sonreír tan sinceramente que sólo puedo decirte que me alegro mucho de haber encontrado tu blog y que me quedo por aquí a leer todos tus posts ^^

    1. nueve meses y un día después

      agosto 31, 2017 at 1:00 pm

      Gracias, guapa. Es que estas cosas se hacen por inercia y no valoramos las consecuencias que pueden tener.
      Un besote.

    2. nueve meses y un día después

      agosto 31, 2017 at 1:01 pm

      ¡Me alegro mucho, Albanie! Un placer tener a una futura seño por aquí. No sabes lo importantes que sois para las familias que tenemos que dejar a los peques en una escuela infantil. Espero que te gusten el resto de entradas. Un beso y gracias por pasarte y comentar.

  • La Psicomami

    agosto 31, 2017 at 12:59 pm

    Esto, lamentablemente, sucede. Y claro, no pasa sólo con los educadores… Yo tuve un paciente (era mayor de edad, pero da igual mayores que niños pequeños) al que su padre le decía cosas tan bonitas como “Fíjate que no esperaba que aprobases. Ya te había buscado una profesora particular porque sabía que ibas a suspender”. ¿Con qué expectativas pensáis que iba este chico por la vida? Eso por no hablar de la autoestima… Hay que tener mucho cuidado con lo que le decimos a nuestros hijos, y con cómo se lo decimos en este sentido. Tanto por exceso como por defecto las expectativas que, sobre su rendimiento o capacidades, mostramos, calan en ellos. ¡Hagámoslo estupendamente! 🙂

  • Eulàlia Carbonell

    agosto 31, 2017 at 12:59 pm

    Pues sí, ése es el terrible efecto de las etiquetas… Hay que ver lo fácil que las pone la gente y lo que cuesta luego quitarlas. Un gran post! Me ha gustado mucho y estoy contigo en lo del tarot, que manía tiene la gente con pronosticar! Jajajaja. Un besazo guapa

  • Educando en el feminismo – Nueve meses y un día después

    marzo 8, 2018 at 5:13 pm

    […] siempre lo que sean y vayan siendo a lo largo de su desarrollo, evitando etiquetarles y el dichoso efecto Pigmalión (en su vertiente […]

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